Luego me planteo ahora que mi vida es la hostia, y entonces pienso que debe ser otra cosa. El destino quizás. Tú no. Nunca tú, fueras quien fueras.
Aunque tal vez fueras tú la culpable, ¡Quién sabe!
Yo, desde luego, no.
En un mar negro con miles de letras blancas bailando como la cresta de una hola. Esto ha empezado.