Esta es una carta de opinion que recorté de un "Madrid y más" del martes 11 de diciembre de 2001:
Tomás P. Castroviejo Soy un estudiante de 17 años que hace 2° de bachillerato. Hace una semana que terminé los exámenes del primer triemstre, y los he aprobado todos con nota.
Esto es muy importante en la vida prefabricada que estoy viviendo, hecha de libros de texto y apuntes. Los controlo mucho a a ambos; desde todo lo que pasó en la guerra de la independencia hasta las medidas exactas del discóbolo. Cada elemento es igual de importante.
¿Quieres saberlo todo sobre el Partenon?Escríbelo en una hoja de papel y llamalo "exámen" y escribiré la respuesta a velocidad de vértigo. Como está programado que ocurra en mi vida prefabricada. Sabía que si me olvidaba de todo lo demás y memorizaba la matéria que entraba en los exámenes me convertiría en el niño más alto, más guapo, y más rubio.
Veo mis notas: Lo he conseguido. ¿Y qué? Ya está hecho. Pues muy bien. ¿Ha sido divertido? No. Supongo que ha sido bueno para mí. Pero ¿es una meta, es un sueño? ¿Una antorcha que darle a otro? No. Ningún libro puede hacerme cambiar de opinión. Ningún apunte me dice nada nuevo. Si no sientes la emoción del triunfo, ¿quiere eso decir que no has ganado? ¿Dónde está la alegría, el orgullo? ¿ Dónde está el juguete sorpresa en su interior? ¿Por qué me siento tan fuera de lugar en mi propia vida prefabricada?