Busqué en tus labios mis labios
y al viento bajo tu pelo.
Busqué curar sus heridas
con cervezas y pañuelos.

Y tuve que recorrer,
montado en nubes de celo,
mil kilómetros por ver,
que mis labios no eran esos.
Que ese mar no eran mis ojos,

que no era ése mi consuelo.
Más de mil por conocer,
tras largas horas de vuelo,
que tan lejos, ese azul,
forma parte de mi cielo.

Me colé en tus negros ojos,
me he enredado con tu pelo.
Me he acostado con el mar
y he rodado por el suelo.

Hoy todo me sabe a sal,
y me huele a caramelo.
Me he despertado aquí solo,
aun con frío del deshielo.

Los labios rotos de dar
sin parar gritos al cielo.
Desde entonces, no es normal,
ya todo me importa un huevo.

Y la puedo recordar,
sin pararme a calcular
si lo que hizo estuvo mal,
o fue bueno.
(19/01/08)