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Este es uno de mis posts favoritos

Deja de pensar. Respira. Cierra los ojos. Abre los ojos. Ábrelos de nuevo...

Éste es un post envenenado de alguien que le ha prendido fuego a la cortina rosa que le envolvía.

Éste es un post que queriendo y sin quererlo puede hacerle daño a alguien (que sin duda me ha hecho daño a mí) Y que no pretendo utilizar (específicamente) en su contra. Más bien como declaración mundial de sentimientos e intenciones. Una manera de irle contando a la poca gente que a éstas alturas me sigue leyendo por qué no he escrito nada desde hace meses.

Si crees que éste post te puede hacer daño, corre. Lárgate de aquí ahora mismo, o léelo y reflexiona cómo hemos (plural mayestático) llegado hasta aquí.

No sé bien a qué viene tanto pensar. Será la luna llena, el calor, el verano o qué se yo. Puede que esté madurando, ya me amenazó Juanma con ello. ¿Quién sabe? yo, desde luego, no.

Durante el curso, no tenía tiempo para pensar. Trabajo por la mañana, clase hasta la noche. Respira. Al llegar a casa, haz las prácticas y saca un rato para tomarte algo con los amigos. Llegar a casa destruido, borracho, a las 3 de la mañana. Encontrar tu cuarto a base de chocar contra las paredes (recuerda chocar flojito, no quieres despertar a tus compañeros de piso)

Ya en tu cuarto, te derrumbas y te arrastras (más literalmente de lo que jamás hubieras imaginado) hasta tu cama. Vencido, destruido, derrotado, intentas trepar hasta tu cama tu último refugio y la peor de las cárceles de tus recuerdos.

A medio camino trayecto de tu cama te quedas dormido. Despiertas una hora despues, ya de resaca, con la luz todavía encendida y las lentillas puestas.Tratas de encontrar a tientas el estuche de las lentillas y te las quitas con más costumbre que habilidad. Consigues apagar la luz y encontrar la cama tratando de que tus piernas encuentren el menor número de objetos sólidos posible, siendo 0 el mejor. Tirado en la cama experimentas el éxtasis que te produce ir quitandote la ropa pensando que vas a dormir, por fín, en tu cama. Y te dejas llevar.

Unas tres horas despues suena el maldito despertador y empieza un nuevo día. Lo que viene siendo un martes cualquiera. Y luego explícales a tus profesores por qué ya no rindes como antes. ¡Venga, explícaselo! Si no lo sabes ni tú.

Acabado el curso, llegó un mes de decadencia constante, de autodestrucción consciente y consentida. Mi pequeño flirteo con el alcoholismo. Cuando se ha disipado la bruma, me he encontrado perdido y solo, corriendo como un pollo sin cabeza.

Respira. Me despierto por las mañanas recordándome respirar hondo, y dedico mis buenos 5 minutos a refrescar mis pulmones a base de hacer esto.

Para mi desgracia, últimamente tengo un pensamiento recurrente, taladrante y dañino rondándome la cabeza. Harto de mi estilo de vida, un poco de mí mismo me puse a reflexionar por qué estaba así. Quería saber qué es lo que estaba calentándome la cabeza. Y eras tú. Siempre tú.

El ultimo pensamiento antes de acostarme y el primero al levantarme. Lo que me distrae en el trabajo, y mientras conduzco. Lo que no me deja leer. Tú.

Lo noto venir. El ardor creciente de estómago, notar como me empieza a hervir la sangre, como aprieto los dientes y cierro los puños. Las ganas de gritar, de matar, de huir. Lo noto en cómo la gente por la calle me mira con miedo cuando me ve la cara. Lo noto porque ya tengo hiel en vez de sangre, y siento como se van infectando todos los recuerdos.

Negro. Negro es lo único que puedo recordar. Árboles, espesura, obcecación, y dolor. Y si intento luchar y traer a mi mente algún recuerdo bonito, cientos de los recuerdos negros como violentos cuervos vienen y lo contaminan con su veneno.

Porque me echaste de tu vida, poco a poco. Y yo no sólo te lo permitía, no, es que sin darme cuenta te animaba y te justificaba. Y no, eso no se hace. No sé a los demás, pero a mí no, vamos.

Así que lo único que me queda es despedirme, siempre en persona, e intentar explicarte a la cara sin gritarte porqué no puedo seguir así. Explicarte como has destruido esto, cómo me has destruido a mí y cómo yo te he ayudado. No sé si podré y si debería explicarte lo mucho que he aprendido a odiarte estos días. Y decirte que no, que las cosas no van así, y que me disculpes (es un decir) pero que yo me bajo aquí.

Es curioso. A pleno sol y yo, a oscuras. Destilando mi propia estela de oscuridad y veneno a cada paso que doy. Respira